La aventura no deja aspecto sin cubrir: implica cabalgar en Kenia al borde de pantanos, cruzar lagos, la proximidad de elefantes y jirafas en su hábitat natural, el encuentro con tribus nativas. La famosa montaña, a la vista en todo momento, nos cuida como un dios natural, como un recordatorio de nuestra humanidad.
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La combinación entre placer y desafío es perfecta: horas intensas de cabalgata en llanuras, colinas y ríos; una vista privilegiada desde arriba del caballo de los animales más exóticos, incluyendo jirafas, elefantes, hipopótamos y, sobre todo, la migración de los ñus; cruce del río a pura fuerza y tracción. Ubicado cerca de Nairobi, en Kenya, El Mara es una experiencia obligada para quienes gustan de los desafíos.
El Delta es una zona que siempre puede estar inundada. Adentrarse en él es ingresar en un espacio sin tiempo, sin reglas, sin límites. La segunda parte de la travesía, en Kalahari, no es menos desafiante: cabalgamos con velocidad por las praderas, conocemos las dunas y buscamos fauna silvestre, como suricatas y cebras.
Las praderas de Botswana, en Kalahari, junto a los salares de Makgadikgadi son un sitio en el que los caballos gustan de cabalgar con brío y perderse entre las dunas. La bùsqueda de las famosas suricatas y el avistaje de cebras, ñus, liebres, hienas, avestruces, árboles milenarios y pueblos nativos que encontraremos en el camino hacen, en conjunto, a una experiencia inolvidable.
La travesía se divide en dos: primero, el delta de Okavango, donde estamos a merced del nivel del agua y el clima; luego, las praderas y dunas de Kalahari nos invitan a sumergirnos en África de otro modo.
El Delta del Okavango es el Edén de un jinete: a medida que las aguas de la inundación se extienden hacia las arenas de Kalahari, los rebaños y la vida de las aves se despliegan, y la silla de nuestros caballos es el lugar perfecto para observarlos.
La tierra donde están enterrados los principales faraones y donde los rayos del sol azotan el desierto es ideal para ser recorrida en caballos árabes. No solo es enriquecimiento cultural e histórico en los templos y recámaras más importantes del mundo, también es conexión ancestral, relajación en el Mar Rojo y galopes descomunales a través del desierto.
El Egipto real no se agota en las imponentes pirámides de Giza, incluidas entre las siete maravillas del mundo. Es la vida puertas adentro de las familias locales, la comida casera, el conjunto de ruinas milenarias y sitios que los turistas no conocen. A orillas del Nilo y haciendo hincapié en Luxor, recorridos al galope, Egipto y la inclemencia de sus desiertos se nos revelan íntimos y plenos.
Las tumbas faraónicas y los templos egipcios, llenos de historia ancestral, se combinan con una buena dosis de cabalgata en el desierto y el Mar Rojo. El galope en Egipto tiene solo dos colores: el amarillo del desierto, donde rebotan los rayos del sol, y el azul del cielo. Además asistimos al ritual del Sol, que se realiza dos veces al año y es una de los más grandes fenómenos de la humanidad.
Los misterios de Egipto, desde las tumbas, pirámides y faraones hasta la vida cotidiana de los campesinos locales, se revelan a quienes osen recorrer los desiertos y navegar por el Nilo con los ojos y la intrepidez de un verdadero viajero.
La llamada Wild Coast, al borde de África, es un paisaje conocido por sus playas, ríos, valles y rocas, por las vicisitudes del clima y la marea, y también por la hospitalidad de sus habitantes. Quienes cabalgan sus tierras sienten un equilibrio exacto entre aventura y placer, y la certeza secreta de que lo segundo es la recompensa de lo primero.
La costa de Sudáfrica en el Océano Índico es un lugar ideal para cabalgar junto al mar, en la arena que refleja y multiplica los rayos del sol, con el viento en la cara, entre las escarpadas de piedra. La experiencia es una justa combinación única entre relax, travesía y confort, con alojamiento en Kei Mouth.
El Delta tiene vida propia, es una zona caprichosa como un dios griego. Las aguas suben y bajan a su antojo, el clima puede variar tanto que es difícil establecer un itinerario fijo: todo depende. Luego, las praderas de Kalahari brindan una gran oportunidad de buscar vida silvestre, en especial las famosas suricatas.
La distancia entre los distintos campamentos nos permite desplazarnos por praderas, ríos y bosques para encontrar elefantes, jirafas, cebras, hipopótamos, cocodrilos, quizá leones y leopardos. Confort y aventura se combinan en la proporción ideal.
Durante el día galopamos a gran velocidad, esquivamos troncos, saltamos riachuelos, mientras observamos y nos observan de cerca, inquietantes, rinocerontes, leopardos, elefantes, tal vez leones. Por la noche, desde nuestras tiendas escuchamos el rugir de los leones y la cercanía de las hienas.