Costa de Bazaruto

Mozambique

8 Días / 7 Noches
¿Por qué Mozambique es una experiencia obligada y un desafío para todo buen jinete?
  1. Location
  2. Duration
  3. 8 Días / 7 Noches
  4. Season
  5. Enero - Diciembre
  6. Horses
  7. Cruces de Boerperds árabes y sudafricanos.
  8. The Riding
  9. 3 – 4 horas por día

Day by Day

Día 1. Entrar en confianza con Mozambique.

Luego del aterrizaje en Vilankulo, un breve traslado nos lleva al alojamiento. A la tarde conocemos los establos y elegimos nuestros caballos. Hay que asegurarse que sea una buena elección: al fin y al cabo, los equinos serán compañeros de aventura y necesitamos asegurarnos de que habrá buena química entre ambos. Luego hacemos un paseo relajante por la playa para entrar en confianza con el caballo, el equipo y, no menos importante, con Mozambique ―es sabido que el contacto con los grandes paisajes no es abrupto, sino que requiere un tiempo de asimilación―. El paseo incorpora todos los ecosistemas en el archipiélago: amplias playas, vistas increíbles desde los acantilados, dunas inmaculadas y manglares.

Día 2. Los colores del paisaje, las palmeras y el río Govuro.

Todo viajero sabe que al día siguiente de su llegada se revela el lugar en toda su majestuosidad. ¿Quién no recuerda levantarse la primera mañana en el hotel o campamento y descubrir los colores del paisaje, las olas de algún mar que intentan llegar a la orilla, la brisa de la mañana en la cara y sentir que ahora sí está inmerso en el territorio? Así nos sentimos hoy. Cabalgamos tierra adentro por senderos que bordean pueblos africanos y vastos lagos naturales de agua dulce con buena fauna. Los viejos caminos agrícolas permiten un galope a ritmo rápido a medida que continuamos sobre la playa. Al final de la tarde, viajamos al río Govuro en bote donde remamos a lo largo de una vía fluvial perfecta. Nos sumergimos en la exuberante ribera, buscamos el bagre nativo y oímos los sonidos de las aves. A medida que cae la tarde, los patos vuelven tierra adentro para descansar y hay muchas posibilidades de ver luciérnagas iluminando el cielo nocturno.

Día 3. La magnificencia del Océano Índico, a caballo.

Por la mañana, un dhow nos lleva a la mundialmente famosa Isla Benguerra. Al acercarnos a la isla, vemos las formas y los colores de los caballos debajo de las palmeras Pronto se ensilla: los caballos están ansiosos bajo los pies con las orejas empujadas hacia adelante, nos acomodamos en nuestra silla de montar y disfrutamos de la magnificencia del vasto Océano Índico. A medida que avanzamos hacia el interior, pasamos junto a pueblos locales, hacia altas dunas de arena dorada y lagos de agua dulce llenas de flamencos. Si la marea lo permite, buceamos un poco en la isla de Magaruque, donde se sirve un almuerzo de mariscos simple y delicioso a la sombra de un árbol. Volvemos al continente mientras el sol se pone para cenar y tomar unos tragos.

Día 4. Huella de Dios y una pintoresca aldea alejada.

El Fishing Village Ride es completamente auténtico, una comunidad alejada rica en experiencia cultural, con tiendas de artesanías. Hacia allí nos dirigimos. Más allá de las rocas, la playa se abre y avanzamos hacia los manglares a lo lejos. Llegamos a la Huella de Dios, desde donde tenemos unas vistas panorámicas que quedarán grabadas en nuestras retinas de por vida. Contemplamos y seguimos viaje: aunque parezca mentira, aún queda mucho Mozambique por descubrir. Continuamos por las sinuosas plantaciones de coco a lo largo de un camino de playa hasta el pueblo de pescadores de Managlise. Una vez sentados en un sencillo refugio de paja, los cocos recién cosechados se abren; el jugo refrescante funciona, para nosotros, a modo de recompensa después de un viaje extenuante. Almorzamos al modo tradicional: cangrejo fresco de la playa, pescado a la parrilla de las mañanas y Matapa. Después de comer, los niños salen a cantar canciones locales y bailan, felices. Una vez que nos despedimos de ellos, ensillamos y comenzamos el regreso.

Día 5. Solo hay dos colores: el azul del cielo y el mar que se funden en uno, y el amarillo de la arena en la Duna Roja.

El paseo de hoy es uno de los más venerados: nos dirigimos a Red Dune. Para ello, tomamos la antigua carretera costera que corre paralela a la playa antes de serpentear y cruzar un pequeño estuario del río. A lo largo de la ruta pasamos por pequeños pueblos rurales donde los niños vendrán a saludar a los caballos. A medida que la población local disminuye, podemos cabalgar largo y tendido a través de los matorrales costeros, dejándonos llevar por la aventura y abrirnos paso como una flecha. Después de varias horas de galope, llegamos a la playa con impresionantes vistas de la bahía.

Día 7. Galope en el agua, experiencia obligada para todo buen jinete.

De un lado, la orilla verde, las palmeras, la vegetación, la tierra firme. Del otro, el horizonte, el agua cristalina, los caballos y nosotros a todo galope. Cada caballo lo hace de modo diferente, cada experiencia es irrepetible e intransferible. Los caballos traccionan con fuerza para contrarrestar la presión del agua; nosotros tenemos una parte del cuerpo sumergida en el agua y el torso bajo el sol inclemente de África. La experiencia es obligada para cualquier jinete que guste de las experiencias desafiantes.

Día 8. Despedida.

Última cabalgata por las playas hasta la Huella de Dios. Así como Dios dejó su huella en este mirador cuya vista nuestros ojos apenas pueden dar crédito, Mozambique deja su huella en nosotros: el paisaje, las playas, la arena tibia y el agua cristalina por la que cabalgamos poniendo a prueba nuestra resistencia. Decimos adiós con tristeza, pero a sabiendas de que ya no somos ni seremos los mismos. Luego del almuerzo, nos trasladamos al aeropuerto.

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