Reserva de Tuli
La Botswana Ancestral
- Location
- Duration
- 10 Días / 9 Noches
- Season
- Enero a Diciembre
- Horses
- Warmbloods, Boerpherds y cruzas
- The Riding
- 4 – 7 horas por día
Day by Day
Día 1. Comienza la travesía.
Al aterrizar, vamos con el guía a nuestros establos. Tomamos un almuerzo liviano y conocemos nuestros caballos, que nos esperan para comenzar la aventura. Hacemos una cabalgata de prueba para corroborar que todo esté en su lugar, para afianzar el vínculo jinete-caballo, y comenzamos la travesía. Cabalgamos hasta el primer campamento, cenamos. Preparamos la mente y el cuerpo para la experiencia de los días venideros.
Día 2. Tuli, el mejor lugar para ver elefantes.
Nos despertamos con café o té en nuestras respectivas tiendas, luego nos levantamos a desayunar. Montamos y salimos del bosque para seguir el río y llegar a las colinas rocosas. Dentro de Mashatu, Tuli es una zona donde lo que habitualmente llamamos “The game” es espléndido: casi con seguridad vamos a ver de cerca manadas de elefantes interactuando, buscando alimento, comunicándose, habitando la tierra. Después, almuerzo y siesta. Aprovechamos la tarde para explorar la vasta zona de Kenda. Hay quienes dicen que el fuego de Matashu brilla de una forma singular. Ya sea por la madera, por el aire límpido o porque en África todo fenómeno queda envuelto por un aura de misterio, hacemos la prueba: cenamos en torno a un fuego a cielo abierto, con vista al río.
Día 3. Por el corazón de Mashatu, baobabs y kgotla.
Desayunamos alrededor del pozo de fuego alimentado a base de leña. El viaje de hoy nos depara un recorrido por el corazón de Mashatu a las antiguas formaciones rocosas, en el valle de Limpopo. Conocemos en persona los árboles baobabs, una experiencia impactante no solo por las figuras imponentes, erguidas y simétricas, sino porque los baobabs que encontramos en nuestro galope tienen miles de años. Vieron tribus salvajes, vieron las manadas de elefantes desfilar por el sendero natural durante siglos y, en cierto punto, ahora somos una pequeña parte de esa gran película milenaria. Visitamos también sectores donde antiguamente se realizaban las llamadas kgotla, sesiones donde las tribus deliberaban asuntos de la comunidad, y el ancestral anfiteatro.
Día 4. Valles ancestrales.
La topografía de Mapungubwe es atemporal. En sus valles estaban los asentamientos de las tribus más antiguas del sur de África, y los reyes se instalaban, para mayor seguridad, en la cima de las colinas. Con nuestros caballos podemos avistar la misma vida silvestre con la que interactuaban los pobladores ancestrales. ¿Son realmente los mismos animales? ¿Qué diferencia hay entre un antílope de hace seis mil años y el de hoy, en su forma de desplazarse, de buscar alimento? La naturaleza es la misma, solo cambian los ojos que la aprecian, nuestra mirada. Otra opción es cabalgar hasta la villa Lentswe Le Moriti y conocer a los nativos, un grupo conocido por el tejido de cestas. Al final del día, tomamos unos tragos desde una colina y contemplamos desde las alturas nuestro alrededor. Es un recuerdo que, aunque quisieras olvidarlo, no podrías.
Día 5. En busca de los grandes felinos.
Desayuno cargado para prepararnos bien: es el día de cabalgata más intensa. Nos adentramos en la densidad de Mopane, nos dirigimos a las planicies cercanas al río Limpopo. Podemos encontrar elefantes en el camino. El campamento Liana está ubicado entre los árboles gigantes de Mashatu y la laguna Liana. A la tarde, para quien se atreva, salimos reserva adentro, a lo profundo, en busca de los grandes felinos de la zona: leopardos, chitas y leones.
Día 6. Hacia Okavango.
Último día en Tuli, desayunamos frente al fuego a cielo abierto. Cabalgamos por el río Limpopo y vamos al establo, donde nos despedimos de nuestros nobles caballos, pues nosotros seguimos por vía aérea: en avioneta. A pocos metros del suelo, volamos y vemos desde arriba ―¿en qué momento nos acostumbramos a ver, como Dios, la tierra desde arriba?― el mágico Delta Okavango. Llegamos al campamento Macatoo, rodeado de turberas. Luego de un almuerzo bajo los árboles, cada uno sale a cabalgar hasta donde quiera ―o pueda: el terreno es inestable, lleno de agua y tierra mojada, ideal para quienes gustan de los desafíos― para afianzarnos con el nuevo caballo. A la noche, nos damos una ducha y cenamos a la luz de las velas.
Día 7. Explorar la zona.
Despertamos con un café o té en la cama, luego desayunamos comida casera. Aprovechamos la mañana para estirar las piernas y explorar la zona. Según la estación, esto puede implicar atravesar la tierra inundada o abrirnos paso en los matorrales en busca de jirafas, antílopes, cebras y vaya a saber Dios qué otra especie podamos encontrar: una de las virtudes de África es que aún hay especies sin descubrir, zonas sin un completo registro de la fauna. Volvemos a almorzar, tomamos un poco de vino. La cabalgata de la tarde es más relajada, ideal para tomar fotos y hacer preguntas. No es infrecuente ver leopardos; la fauna voladora es una de las más impactante del mundo. Cerca del atardecer, es posible ver la interacción de elefantes e hipopótamos. No hay garantía de que cenemos en el mismo lugar: todo depende de las circunstancias, del clima, de los avatares de la naturaleza: estamos a merced de ella.
Día 8. El escurridizo antílope leche y un atardecer relajado.
Podemos aprovechar la mañana en busca del exótico y escurridizo antílope lechwe, o realizando una de nuestras visitas guiadas, o pescando desde el bote. Tanto los jinetes como quienes andan a pie nos encontramos a compartir un champagne bajo uno de los legendarios árboles baobab. Luego del almuerzo, podemos disfrutar la tarde en la pileta, leyendo un libro ―recomendado especial para la ocasión: los cuentos de Hemingway, ambientados en los alrededores― y organizar fotos. Podemos salir a explorar mientras cae la tarde, hora en que los elefantes suelen acercarse al agua. Verlos interactuar entre ellos y con el agua, a metros de la acción, mientras el sol se esconde, no tiene precio.
Día 9. Nos vamos a los bosques de Mophane.
Nuestro ritmo aumenta a medida que avanzamos hacia las llanuras inundadas, a menudo perturbando las tropas de primates babuinos. Volvemos al campamento y nos tomamos la tarde libre, con la posibilidad de alquilar un helicóptero y visitar zonas inaccesibles del delta a pie o a caballo. Terminamos el día conduciendo en camioneta con la sola luz de los faroles. En la oscuridad impenetrable eventualmente se nos cruzarán varias hienas, apenas visibles por nuestra escasa luz. Si vemos puntos brillantes como luciérnagas que se mueven, son los ojos de los gálagos, pequeños primates que saltan de rama en rama. Y, quién sabe, quizá los faroles capten también la mirada sensual y misteriosa de algún leopardo.
Día 10. Libres en la naturaleza salvaje de Okavango.
A la mañana cabalgamos hacia lo profundo del delta. Después del almuerzo, nos dirigimos en caballo hacia nuestra casa del árbol, donde existe la opción de dormir al aire libre, en la copa del árbol a la luz de las estrellas. Estar solos, libres en la naturaleza salvaje de Okavango, donde nuestro yo es mínimo en comparación con la inmensidad, es una experiencia inolvidable que pocos pueden tener.
Día 11. Despedida.
Nos despertamos con el llamado del águila pescadora africana. Salpicamos el agua en las vastas llanuras abiertas, hogar de la cebra de Burchell. La conducción puede ser rápida a medida que nos acercamos a zonas profundas y llenas de vida: aves, incluyendo cigüeñas de pico abierto, garzas reales, garcetas sucias, gansos egipcios y muchas especies más. Volvemos a Macatoo y hacemos un picnic antes de volver a la civilización. Es sabido que la libertad no se da, sino que se toma; sin embargo, a esta altura de la travesía entendemos que en África la libertad nos es dada por los animales, la vegetación, el agua del delta, la noche abierta y límpida. Nos despedimos de los caballos, les agradecemos, conscientes de que nunca volveremos a ser los mismos.